Relato de sus picardías:
Dos compadres “mandachos”, Juan y Celestino, un domingo les mandan sus mujeres a comprar verduras a la feria del pueblo, los pícaros todas las veces que sus mujeres les mandaban iban y venían al pueblo en su movilidad Honda 350 que eran unos lindos y fuertes burros.
Ya en el pueblo a Juan le tienta beber chicha para calmar su sed, por ello le dice a Celestino.
- Vamos compadre, te invitaré unas chichitas para levantar el ánimo, pues tu viaje ha debido ser muy largo y cansador. La chichera muy alegre les lleva un balde de chicha).
Momentos después los compadres comparten, intercambian travesías con varias tutumas de chicha hasta que Celestino, se queda completamente dormido.
Juan ambicioso, mira con detenimiento al burro (Honda 350) de su compadre y trama una artimaña para aprovecharse del momento, toma al burro y se lo lleva a un lugar alejado y oculto, donde con una pintura llamada azulfino (añelina) logra cambiar el color del animal, y luego el pícaro lo vende a otra persona.
Al día siguiente Celestino al percatarse de la pérdida de su mejor y fuerte burro se lamentó, se culpó por haberse embriagado y muy afligido andó buscando por toda la comunidad, sin poder dar con el animal, el burro había desaparecido como si la tierra lo hubiese tragado.
Muy angustiado por la pérdida de su burro, Celestino busca la manera de reemplazarlo en la feria del domingo.
A la feria del pueblo llegan muchos comerciantes de todos los lugares aledaños de la comunidad, en esta feria se puede encontrar de todo y para todos. Celestino, se dirige a la playa de ganado, allí donde está la venta de ganado y animales de carga.
Observa, observa y allí estaba un hermoso y fuerte burro, muy parecido a su Honda 350 si no fuera por el color. Celestino un poco asombrado se acercó al burro y éste emite un rebuzno como si reconociera a su dueño, pero al instante el vendedor, un hombre viejo que sabe de su trabajo, le ofrece en un precio verdaderamente elevado. Luego de varias ofertas y contraofertas, se negocia la venta del animal.
Celestino y el burro retornan a la casa, caminan, caminan y de repente el cielo empieza a nublarse, aparecen negras nubes, está por llover, preocupado, arrea a su animal y busca un lugar seguro, pero no encuentra, Celestino y el burro se esconden debajo un frondoso árbol y esperan pacientemente que cese la lluvia, algunas gotas pasan por el árbol y mojan a Celestino y al burro, luego de un rato mira fijamente al burro y descubre que una capa de pintura se desliza sobre su cuerpo dejando notar el verdadero color del animal.
No puede creer lo que ve, inmediatamente lleva al burro al agua del río, y procede a bañándolo y toda la añelina va saliendo y descubre que es su burro, el que perdió cuando compartió chicha con su compadre.
Una idea le recorre la mente y es que su compadre le había robado el animal, lo pinto de otro color y lo vendió. Molesto y dispuesto a rendir cuentas se dirige a la casa de su compadre Juan, pero éste se había marchado a otra comunidad y nadie sabía de él.
La presente información se publica gracias al valioso aporte del tata Octavio Sánchez, oriundo de Cliza, quién con mucho entusiasmo nos contó el presente contenido, que es una tradición del pueblo de Cliza. Gracias tata Octavio.
Escrito por: Lizbedt Sánchez Cano – Pasante UNSXX
Foto portada: cyberspaceandtime.com