Acompañando las estrategias propias de manejo, control del territorio y los recursos naturales

Opinión

* Rafael Puente 

Ante la alarma provocada por las declaraciones de nuestro Vicepresidente en contra de algunas ONGs, que incluían descalificaciones y amenazas, parece importante reflexionar sobre las ONGs y el papel que juegan o pueden jugar en nuestro país.

En primer lugar hay que entender que las organizaciones no gubernamentales son, como su nombre indica, células vivas de la sociedad civil, al igual que las organizaciones sociales, los clubes, las empresas privadas y otras formas de asociación. La ausencia o escasez de este tipo de organizaciones sociales da lugar, como dijo Gramsci, a que el estado pueda calificarse de gelatinoso o desarticulado, es decir un tipo de estado mucho más fácil de controlar (y manipular) por parte de las instancias gubernamentales. En cambio un estado articulado —no gelatinoso— es menos manipulable (a no ser que se trate de organizaciones totalmente funcionales al gobierno), de donde se explica la incomodidad que generan en algunos de nuestros gobernantes tanto las pocas organizaciones sociales independientes —a las que por eso se las intenta dividir— como las ONGs igualmente independientes, a las que no se las puede dividir y entonces se las agrede y amenaza.

En segundo lugar es muy poco serio meter a todas las ONGs en un mismo saco, como si todas respondieran a un mismo patrón. En Bolivia podemos afirmar que hay un grupo (minoritario) de ONGs conservadoras que apuntan a reforzar las estructuras sociales opresoras, en este última etapa las neoliberales; las podemos calificar de indeseables, pero no dejan de ser legítimas (como también lo son los partidos de derecha). Hay otro grupo (también minoritario) de ONGs comprometidas con los sectores populares y con un cambio de estructuras; y por supuesto que también son legítimas (aunque se pueda discutir su visión de país y su concepción del cambio). Y hay una mayoría de ONGs que no están comprometidas con nada y que sólo apuntan a la sobrevivencia de un grupo de profesionales que parece que no tienen otra cosa que hacer; se puede pensar que es una pena que así sea, pero si hay financieras ingenuas que les dan trabajo, tampoco habría razón para clausurarlas…

En tercer lugar resulta importante tener claro que en cualquier caso —tanto desde la sociedad civil como desde las instancias estatales— es legítimo discrepar de lo que piensa y hace tal o cual ONG, como es legítimo criticarla (incluso públicamente), pero no tiene sentido negarle el derecho de existir (y de existir legalmente). Salvo que haya cometido algún delito (de corrupción, de racismo, de cualquier tipo de violencia), pero entonces el que tiene que intervenir es el Poder Judicial, y no el Poder Ejecutivo (como viene ocurriendo en nuestro país con el VIPFE, con el Ministerio de Autonomías y ahora con la Vicepresidencia). Esta reflexión es aplicable a la ley de personerías jurídicas, que claramente apunta a controlar a las ONGs (llámense fundaciones, organizaciones sin fines de lucro o como sea); y que —abusando del poder que nosotros les hemos dado como sociedad civil— con la típica metodología del aparato estatal se las tiene en vilo con retrasos burocráticos, con un papel que falta u otro que sobra, con plazos perentorios y condiciones que sobrepasan las funciones del estado.

Pero vayamos a las acusaciones de nuestro Vicepresidente. Empieza afirmando que “mentir es un derecho” (¿desde cuándo?) y que las ONGs acusadas mienten, pero no especifica cuáles son las mentiras, y menos aún las refuta. Aparentemente la mentira consistiría en haber afirmado que las políticas de nuestro gobierno son nocivas para el medio ambiente, y que en ese sentido estarían obedeciendo las políticas ambientales imperialistas… No indica en qué documento o análisis esas ONGs plantean que Bolivia se convierta en guardabosques de los países desarrollados; lo que plantean es que guardemos nuestros bosques (antes de que sea demasiado tarde), y que no los destruyamos para exportar alimentos que consumen los países del Norte, ¿o ignora nuestro Vicepresidente que nuestro pueblo ya no puede comer quinua porque la política exportadora la ha convertido en producto super-caro?

También afirma que dichas ONGs trabajan en beneficio de empresas transnacionales. ¿Son ONGs las que han promulgado esa Ley Minera que favorece a las transnacionales mineras? ¿Han sido ONGs las que le vienen abriendo campo a la transnacional Monsanto a costa de la soberanía alimentaria y a costa de la salud de la población y de la Madre Tierra? ¿Son esas ONGs las que han realizado alianzas con lo peor de las grandes empresas agropecuarias del Oriente, precisamente con las que hace 7 años apoyaban la división del país? ¿Son ONGs las que han abierto una pausa —por lo demás evidentemente inconstitucional— para la Función Económica y Social del latifundio?

Y hablando de “economía comunitaria” ¿nos podrían poner ejemplos concretos de su aplicación? Vemos e más bien una peligrosa tendencia a la economía individualista, acumuladora y empresarial, en el sentido más desarrollista.

También se acusa de “derechización” a esas ONGs. ¿No están los antiguos derechistas más bien en cargos de gobierno y en la Asamblea Legislativa? ¿Nos puede explicar cómo es eso de que las organizaciones sociales están administrando el Estado? ¿Qué nos dicen sobre la minoría en que se encontraba la CSUTCB en la “Cumbre Agropecuaria” de Santa Cruz cuando reclamaba la soberanía alimentaria (que se encuentra en sistemática disminución anual)?

Nos atrevemos a decir que algunas de las mencionadas ONGs, así como muchos ciudadanos y ciudadanas, estamos esperando que nos muestren un solo caso de defensa efectiva de los Derechos de la Madre Tierra, mundialmente proclamados por nuestro presidente Evo Morales. Por el contrario, nos encontramos con la decisión de trazar una carretera (¿para el desarrollo?) a través del TIPNIS; con la intención de suprimir los territorios comunitarios de origen (TCOs); con la decisión de explorar y explotar petróleo en áreas protegidas; con los privilegios otorgados a supuestos cooperativistas mineros a costa de la naturaleza; con la aprobación de más y más transgénicos; ¡y para colmo con el proyecto de instalación de una planta de energía nuclear!!

¿No es todo eso un craso desarrollismo? ¿Dónde queda el Vivir Bien? Para profundizar en este debate parece que sí son necesarias algunas ONGs...

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