Hay una línea imaginaria que circunda un territorio y subraya una diferencia tácita entre nosotros y los otros. Una línea arbitraria que nos encierra y nos hace pensar en que el espacio está fragmentado, que hace que nos ocupemos de “lo mío” y no de “lo nuestro”. La fragmentación – municipalización del territorio hace que pensemos de forma muy local las necesidades y desafíos, pero no permite entender la relación entre lo que hacemos aquí y lo que nos pasa a todos.
Desde el año 2014 CENDA junto a pobladores de la región trabaja haciendo un monitoreo comunitario de la calidad del agua en la cuenca del Poopó. Revisamos algunos parámetros básicos (temperatura de agua y aire, pH, dureza, alcalinidad, turbidez y oxigenación) para poder tomar el pulso de un ecosistema. Hacemos esta evaluación de forma periódica y sistemática para ver si alguno se encuentra por encima del límite aceptable y permita alertar si hay una fuente de contaminación.
Trabajamos en equipo con las comunidades que forman parte de esta cuenca. Allí, personas capacitadas para tomar muestras trabajan haciendo el monitoreo de la calidad del agua en distintos lugares del río: en su origen, antes y después de las actividades humanas (especialmente la minería) y por último cerca del final del curso del río.
Lo que encontramos hasta ahora es preocupante. En la parte alta del río las aguas son saludables, pero cuando pasa por zonas mineras recibe las descargas de agua usada en el proceso de extracción de minerales y que tiene una concentración alta de metales pesados. Consumir estos metales causa graves enfermedades y malestares que pueden ser irreversibles. El agua del río llega a la parte baja de la cuenca cargada de estos metales, y es la única fuente de agua para muchas de las comunidades bajas.
El monitoreo de la calidad de agua permite tener una visión más integral del cuidado del agua. Si solo pensamos en lo que afecta a una comunidad, podemos perder de vista cómo nuestras acciones tienen un impacto también en las otras personas, en los otros municipios o comunidades.
Este trabajo conjunto de estudio y observación de la cuenca nos permite sobrepasar la línea imaginaria de la frontera municipal para integrar una región. La cuenca es la verdadera frontera natural de un territorio. Si reconocemos su extensión completa podremos trabajar en el bien común de forma integrada, uniendo comunidades en torno del río y de la vida.