La norma general sobre semillas de especies agrícolas, aprobada en 2009 por el Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF), busca que todas las semillas de especies agrícolas destinadas a la agricultura sean producidas por instituciones especializadas en producción de semillas, proceso a ser controlado por el Estado.
La misma norma establece que toda semilla destinada a la agricultura debe pasar por procesos de registro, certificación y control del comercio de semillas.
Personas o productores que comercialicen, utilicen, distribuyan o transporten semillas que no hayan pasado por los procesos de certificación podrían ser sancionados con multas pecuniarias, decomiso del material en cuestión, clausura de los establecimientos y hasta uso de la fuerza pública para el cumplimiento de la norma.
El INIAF durante el pasado año realizó convenios con el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (SENASAG) y con la policía Forestal y de Preservación del Medio Ambiente (POFOMA), para fortalecer las capacidades técnicas y operativas para el control del comercio, distribución y transporte de semillas, en cumplimiento de la normativa vigente.
Recordemos que las semillas desde sus orígenes son un componente fundamental de las culturas, la soberanía y autonomía alimentaria de los pueblos. Las semillas son el resultado del trabajo colectivo y acumulado de cientos de generaciones de agricultores que han domesticado, conservado, criado, utilizado e intercambiado las semillas desde épocas ancestrales.
Jamás a nadie se le había ocurrido apropiarse de las semillas en los aproximadamente diez mil años de uso irrestricto de las semillas en manos de sus creadores. Recién a mediados del siglo XX grandes empresas transnacionales semilleras empiezan a imponer derechos de propiedad intelectual sobre variedades híbridas y a finales del siglo XX, con la “creación” de los transgénicos por un puñado de transnacionales semilleras y agroquímicas, llevan a extremos inimaginables el robo y la apropiación de la biodiversidad, quienes manipulan gobiernos a nivel global, para que aprueben normas, que prohíben a los pueblos del mundo entero a que puedan guardar sus propias semillas.
De esta manera se está impulsando el monopolio sobre todas las semillas y peligrosamente están pasando a propiedad de no más de diez empresas multinacionales.